Querido Francisco : esta noche te rodeamos tu familia, tus amigos y muchos colegas que no
solamente te queremos y te admiramos, sino que sentimos el deber de poner en palabras el
agradecimiento por habernos cruzado con vos en esta aventura vital y profesional.
Sos nuestro jefe, compañero y amigo , alguien leal e imprescindible, de esos que dejan una huella
profunda por donde pasan y convierten lo que tocan en algo mejor.
Todos aprendimos de vos, de tu pasión y del modo en que elevaste la vara de la medicina y la
educación médica.
Este viaje que compartimos y seguiremos compartiendo estuvo lleno de desafíos, éxitos y
anécdotas divertidas. Nos vamos a seguir riendo todos juntos de esas y de las que van a venir.
Todos los que estamos acá, homenajeándote, sabemos que este viaje no es fácil, Por eso quiero
dirigirme especialmente a tus hijos y, por supuesto, a Silvia. Detrás de cada médico hay una familia
que se banca ausencias en actos escolares, cenas interrumpidas, anécdotas infumables y lo peor...
¡escuchar por horas conversaciones de médicos! Así es que a ustedes también muchas gracias.
Pero nada que se diga de vos, Tano, te hace justicia si no se piensa profundamente que dedicaste
una gran parte de su vida a curar, aliviar el dolor y, cuando ya no se podia, llevar consuelo a los
que necesitaron justamente eso en sus momentos más vulnerables
Cada obsesión con un cuadro complejo, cada diagnóstico preciso, cada tratamiento personalizado
y cada palabra de aliento fueron muestras de tu compromiso con los demás.
Esto hay que remarcarlo. Fuiste, sos y vas a seguir siendo un modelo no solamente de excelencia
médica sino también de humanidad. Tu capacidad para ver más allá de las enfermedades y abrazar
la totalidad de la experiencia humana es algo que todos admiramos profundamente.
Tu contribución fue enorme dentro de este hospital, pero va mucho más allá de él. Tu dedicación
para enseñar fue una guía para generaciones de médicos que, de alguna manera, se llevaron algo
grande de vos a innumerables lugares. No solo estuviste y vas a seguir estando, como dije, en cada
momento de obsesión personal ante una patología difícil de descubrir, en cada diagnóstico , en
cada tratamiento y cada palabra de aliento, sino también en lo que aporten los médicos formaste
por décadas.
De hecho, muchos de los que te acompañamos hoy y otros que hoy no pueden estar presentes,
fuimos moldeados e inspirados por lo que nos enseñaste.
Queridísimo Tano, gracias profundas por todo, por lo dicho y por lo que no se alcanza a decir.
Gracias por tu dedicación y por el impacto que dejaste en nuestras vidas y en las de cada paciente
curado, cada familiar de paciente agradecido, cada estudiante formado y residente que has
acompañado.
Quiero pedir en nombre de todas esas personas –¿miles?– un brindis por el Tano.
¡Gracias por todo y hasta mañana en la recorrida!